Thursday, June 8, 2006

Ultraglobalización

El concepto de globalización y sus consecuencias es uno de los que ha generado más discusiones, debates y confrontaciones en los últimos años. Desde mi punto de vista, lo más curioso de todo ese debate y, en general, de cómo se plantea el tema de la globalización especialmente desde los medios de comunicación, es que, de alguna manera, todos parten del mismo principio ultraglobalizador: que la globalización es una fuerza reciente que está produciendo grandes cambios con el efecto de igualar las condiciones económicas, sociales y culturales en todo el mundo. Partiendo de esa base, el debate se centra entonces en cuán bueno o malo es ese efecto.

Este concepto simplificado y simplificador de globalización es muy popular y ha servido para escribir muchos libros de esos que tienen títulos muy catchy y que, a pesar de ser poco rigurosos, se convierten en la biblia del momento para enteradillos (y algunos managers de medio y alto nivel). El último de ellos es The World is Flat de Thomas L.Friedman. Sólo he leído un extracto de las primeras páginas del libro y me ha parecido lleno de conceptos como mínimo discutibles, si no plenamente erróneos. (Aunque, en su beneficio, tengo que decir que no me ha parecido tan insultantemente estúpido como el famos Quién ha movido mi queso que hace unos años se convertió en superventas, de lo que, como miembro del género humano, me avergüenzo profundamente).

Volviendo al mundo plano, lo poco que he leído me parece bastante superficial. El argumento típico es que, debido al avance de las tecnologías de la información y comunicación, se está creando una sociedad global, el mundo se está empequeñeciendo (aplanando) y cada vez importa menos dónde pasan las cosas.

El primer defecto, para mí, de este tipo argumentación es que es completamente 'antihistórico'. Aunque es verdad que las nuevas tecnologías de la información pueden acelerar los procesos globales, no es verdad que estos no hayan existido en el pasado. Ejemplos como el del comercio a través de la Ruta de la Seda, la expansión de la peste en la Edad Media, las colonizaciones o las grandes migraciones del siglo XIX demuestran que lo que el mundo siempre ha sido global y lo que pasa en un sitio puede acabar teniendo efectos en los lugares más alejados. Hace unos días, estuve en una presentación de un consultor de recursos humanos en el que nos intentaba convencer de que todos debíamos estar preparados para grandes cambios en las maneras de trabajar y de vivir, debido a la globalización, y que esta era una situación historicamente nueva y diferente, porque hasta ahora los entornos de trabajo habían sido muy estáticos. Estuve apunto de preguntarle si le parecían muy estáticas las grandes migraciones de Europa a América del siglo XIX, o la emigración del campo a la ciudad que se produjo durante el siglo XX (de la que todos tenemos referencias por nuestros padres y abuelos...) y si eso no fueron cambios importantes en la manera de trabajar de muchísima gente.

Sin embargo, esta falta de rigor histórtico no es, creo, el principal defecto del argumento ultraglobalista, sino la poca importancia que se le da a las diferencias sociales y culturales entre las diferentes partes del mundo. En el fondo, es un argumento de determinismo tecnológico: la sociedad cambiará (en este caso, se globaliza) porque la tecnología que lo permite está disponible. Pero, para desgracia de muchos emprendedores y gurus de la época .com, la interacción entre tecnología y sociedad nunca es tan simple como el determinismo tecnológico propone. Aunque es verdad que las TIC permiten conectar más facilmente sitios alejados en el mundo y facilitan ciertos procesos, eso no significa que, de un día para otro, desaparezcan todas las diferencias que hacen que cada lugar, y cada persona, tengan unas características únicas, ni hacen posible que cualquier trabajo se pueda hacer en cualquier sitio, de la misma manera y con los mismos resultados. Aunque estemos conectados a la red global, todavía trabajamos en un sitio concreto y la interacción cultural y social en ese sitio todavía tiene una influencia muy grande en cómo hacemos las cosas e incluso qué cosas hacemos.

He de añadir que afortunadamente esto es así. No sólo porque me encanta la diversidad cultural, sino también porque, si el argumento ultraglobalizador fuera correcto el desarrollo en el que voy a trabajar se podría haber transferido a la India sin necesida de que yo fuese allá y nos habríamos perdido esta gran experiencia de, precisamente, exposición a una cultura y manera de trabajar diferente.

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