Días agotadores y extraños

Los últimos tres días han sido agotadores y extraños.

Estoy escribiendo este post en el avión, camino de Bangalore, J está durmiendo, R. parece que está a punto de dormir también y A está viendo la película. Es el primer rato tranquilo que he tenido en los últimos tres días, y es muy posible que también sea el último en los próximos tres.

Días agotadores; los tres días han estado ocupados por dos tareas realmenet agotadoras: despedirnos de la familia y amigos más íntimos y empaquetar y preparar maletas, que se han entrelazado en el tiempo hasta formar un no parar y poco dormir. Al final, creo que el resultado ha sido bastante bueno: todas las cosas importantes están en camino y la familia se ha quedado razonablemente tranquila.

Respecto a los paquetes, hemos conseguido que todo lo que enviamos por mudanza vaya en avión, ahora ya sé más o menos lo que dan tres metros cúbicos. Además de eso, llevamos tres maletas grandes y dos cajas (las sillas de seguridad de los niños para el coche) facturados (espero que estén en la bodega de este mismo avión) y unas cuantas bolsas de equipaje de mano.

Respecto a la familia, pues ha habido algún lloro contenido, muchos seis meses pasan rápido y enseguida estamos en Navidad. El caso es que, al final, se han quedado relativamente tranquilos...

Días extraños; no sé si le pasa a todo el mundo, pero siempre que me he planteado un cambio importante en mi vida he intentado preveer cómo pasaría y a la hora de la verdad todo ha sido diferente. Con el traslado está pasando lo mismo. Supongo que con todos los pequeños detalles y cosas que hay que tener en cuenta no nos ha quedado mucho tiempo para filosofar, ni para encontrar un momento en estos últmos días para pensar qué es lo que estaba pasando. Así, sin darnos cas cuenta, ya estamos metidos en el avión y camino de Bangalore...