Modo Fiesta

Tengo una de esas pequeñas cámaras digitales, maravillas de la tecnología y la minturización, que caben en un bolsillo y que tienen cincuenta modos programados diferentes, para poder hacer fotos perfectas en cualquier ocasión y en las situaciones más adversas.

Este fin de semana he podido probar uno de esos modos: el modo fiesta. No sé exactamente cuáles son las especificaciones técnicas de ese programa (si aplica prioridad de apertura, si el flash es automático o está siempre on...), pero supongo que los inteligentes ingenieros que lo han diseñado han pensado en las condiciones adversas en los que se utiliza normalmente este modo: un nivel etílico relativamente elevado, poca predisposición de los modelos a posar, o, si lo hacen, a hacerlo en posiciones extrañas y con muecas exageradas....

Aquí está la prueba de que mi cámara, en su modo fiesta, ha pasado la prueba:

Las fotos capturan ese brillo líquido de los ojos, ese color sonrosado en las mejillas, esas sonrisas fáciles e incluso esos movimientos exagerados de brazos al hablar. Falta, claro está, el tono elevado, casi gritón, en la conversación, pero eso se debe más al medio fotográfico que no a la cámara, que también tiene un modo de grabar vídeo y audio. Yo decidí no utilizarlo porque en estas condiciones habríamos superado los movimientos de cámara de las películas de Lars von Trier...

La ocasión es una fiesta que organizamos para despedirnos de nuestros amigos. Creo que la gente se lo pasó bien, al menos A. y yo nos divertimos. Fue una buena excusa para ver a gente que hacía algún tiempo que no veíamos (a ver si ahora que os vais vamos a vernos más amenudo que cuando estáis en Barcelona!!) y de olvidarnos, por unas horas, de todos los detalles y nervios de los preparativos. También nos hicieron algún regalo que puede ser útil...