Tuesday, December 5, 2006

Espacio personal

En la India viven cerca de 1200 millones de personas; a veces tienes la sensación que se han puesto todos de acuerdo en estar en el mismo sitio: alrededor tuyo.

Está claro que el concepto de espacio personal, y las actitudes asociadas a la invasión de ese espacio, varían mucho de una cultura a otra. Yo he crecido en una cultura (la catalana?, la española?, la del sur de Europa?, la mediterránea?) donde el contacto personal no es tabú y reducir las distancias está permitido en muchas ocasiones, a diferencia de las culturas del norte de Europa (y sus herederos culturales, los norteamericanos), donde se tiende a respetar mucho más la distancia entre personas.

Pero también tenemos nuestras reglas sociales sobre en qué momentos y situaciones se debe mantener una distancia para respetar el espacio personal: por ejemplo, cuando hay una cola para ser atendido por alguien (en el banco, en el mostrador de facturación del aeropuerto, en una taquilla...) se considera de buena educación dejar un espacio para mantener la privacidad de la conversación de la persona que está siendo atendida...

Evidentemente, las mismas normas no funcionan en la India: por un lado esta es una cultura donde las ideas sobre el contacto físico están marcadas, todavía, por las divisiones de castas y los conceptos de pureza y contaminación asociados. Si a esto añadimos las actitudes puritanas (casi mojigatas) respecto a las relaciones ente hombres y mujeres, el resultado es que el contacto físico, en general, no es correcto.

Pero por otro lado, la percepción del espacio personal es muy diferente: hay normalmente mucha gente alrededor (la soledad debe ser uno de los bienes más escasos en la India...) y en espacios más reducidos que a los que podemos estar acostumbrados: aquí, un mall o un supermercado son mucho más pequeños que en España (y no digamos Estados Unidos...). La consecuencia es que tienes muy a menudo gente muy cerca tuyo.

La situación en la que más se percibe esta diferencia es en las colas, mejor dicho, el caos que sustituye aquí a las colas a las que estamos acostumbrados. Olvídate de tener privacidad para hablar con la recepcionista en el médico, o con el empleado que te factura las maletas en el aeropuerto, olvídate de poder escoger la fruta que te está sirviendo el vendedor sin que dos o tres personas se pongan por el medio, olvídate de intentar comprar una bebida en un pequeño colmado y que el vendedor te atienda sólo a ti, en lugar de estar atendiendo a seis personas a la vez, olvídate, en definitiva, de hacer una cola...

La sensación a veces puede llegar a ser un poco opresora: qué hace tanta gente alrededor mío?, pero siempre queda el recurso de pensar que al menos algún indio se debe haber quedado en casa, y que no es posible que los 1200 millones estén allí contigo...

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